domingo, 17 de mayo de 2009

hablemos de la mejor medicina...LA EDUCACIÓN

Últimamente parece que están muy de moda estos reportajes tipo “Callejeros” donde una serie de periodistas se adentran en los barrios más marginales de toda España.

Buscan gente con problemática social, es decir, que son rechazados y nadie querríamos tener como vecinos, quien diga que sí miente… personas como drogadictos, vagabundos, prostitutas y gente que vive en muy malas condiciones de vida. Estos periodistas intentan “mostrar” a toda la audiencia como viven están personas, y la verdad es que a mi personalmente se me pone la piel de gallina cuando veo según que cosas, y no puedo entender como se permiten cosas de este calibre.
Pero luego, apago mi televisor, me doy una ducha de agua caliente, y como alguna cosita antes de ir a dormir, sin hambre, pero por el simple hecho de picar algo…
Con esto quiero decir que todos decimos: “pobrecitos…” “hay que ver como viven…” “el gobierno debería hacer algo…”. Todos tiramos las piedras a otro tejado.
O incluso están los que piensan: “a ellos les gusta vivir así”.

Todos estos personajes que salen en reportajes de este tipo la gran escasez que tienen, es la educación. La mayoría de esta gente ha vivido toda su vida rodeado de miseria, y piensan que ellos no pueden vivir de otra manera. Familias drogadictas que crían a niños con muchísima falta de apego, niños abandonados, con padres o madres encarcelados, o incluso inmigrantes que vienen a este país en busca de un trabajo y en lo que acaban es en la delincuencia o la prostitución en el caso de las mujeres (por supuesto no todos los inmigrantes que están en España están dentro de uno de los dos grupos mencionados).

¿Qué se puede esperar de unos niños que se han criado entre rechazo social?

El otro día sin ir más lejos, paseaba por la villa olímpica junto a una amiga y caminando, caminado llegamos a la rambla del Raval. Eran sobre las 7 de la tarde, y lo que pudimos llegar a ver allí en 20 minutos no lo había visto en la vida, salvo en la televisión. Vimos muchas prostitutas, muchos hombres con intenciones no muy deseables para estas chicas, drogadictos y sobretodo muchísima pobreza. El hecho que más nos sorprendió seguramente fue cuando vimos a un grupo de unos 5 o 6 niños que ninguno superaba los 7 años. Estos niños estaban haciendo una hoguera en medio del Rabal y cuando pasaba alguna persona chutaban los trozos de madera que estaban quemando con la intención de darle al viandante. Mi amiga y yo nos alejamos porque pasamos realmente miedo. Lo más impactante es que la gente paseaba sin inmutarse de lo que hacían esos niños, algún extranjero miraba sorprendido, pero la gran parte de gente que estaba en la calle en ese momento actuaban como si eso fuera la cosa más normal del mundo, como si estuvieran tan acostumbrados a ver cosas de ese tipo que ya no le daban la mayor importancia.
Cuando salí de allí diferentes sensaciones, sentía una pena increíble por esos niños y a la vez rabia porque nadie hacia nada. Me sentí además como una niña tonta que no sabia que esas cosas pasaban tan cerca de su casa, claro que sabía que ocurren cosas así a diario, pero me sorprendió mucho verlo en primera persona, me impactó.

Todas estas conductas que suceden a diario en barrios como el Raval se podrían solventar en gran parte con un poquito de educación, que no se les tratara como marginados sociales porque ellos mismos se creen que son eso y actúan como tales, y sobretodo con planes de integración. Desde mi punto de vista, no es posible que en pleno siglo XXI y en un país tan “avanzado” como se alardea por ahí, haya lugares que vivan en condiciones tercermundistas, y todos miremos hacia otro lado…

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